Nazareno y Esperanza -MOTRIL-


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Sede Canonica

Cofradía


La cofradia tiene su sede canonica en la Iglesia Mayor de la Encarnación, situada en la Plaza de España, en pleno centro del casco antiguo de Motril.

Es el edificio de mayor antigüedad de este pueblo, aunque no el de mayor valor artístico. Lo forman dos grandes núcleos de construcción, de época distinta, de ladrillo y mampostería con algunas dependencias posteriormente agregadas que determinan un conjunto de aspecto irregular. La erigió como parroquial el Cardenal Mendoza en 1502, empezando a construirse en 1510, y en 1515 se verificó su consagración. Constituía esta Iglesia lo que es hoy nave principal, cubierta con sencillas bóvedas de arista apuntadas y capillas a ambos lados, cuya sobriedad constructiva se acusa más en el exterior, por el carácter de fortaleza que tenía este templo para defender la población de las insurrecciones de moriscos y, sobre todo, de las incursiones de la piratería. Igual carácter, pero mayores proporciones, presenta la nave del crucero, añadida en 1602 a los pies de la Iglesia antigua y que constituye, además, la parte más importante de la fortaleza, a la que aún sigue llamándosele "el baluarte". En el siglo XVIII se le adosaron varias capillas, entre las que destaca por su interés artístico e histórico, la de la Virgen de los Dolores, fundada en 1729 por el Cardenal Belluga, y en 1744, la Iglesia fue elevada a Colegiata, aunque sin dejar de ser parroquia. La torre se levantó en el pasado siglo, empezando a construirse en 1805.

Tras la dominación marxista, solo ha subsistido la parte arquitectónica descrita, conservándose en su interior, solamente aquello que fue de utilidad a los fines a que se dedicó el templo, como ocurre con las verjas de la capilla, pues el edificio estuvo destinado a cuartel y cárcel , utilizándose dichas capillas para celdas de detenidos, sirviendo las naves para alojamiento de milicianos, y utilizando las restantes dependencias, bien para prisión o para polvorín y local donde se celebraban los juicios populares.

El edificio quedó, en el poco tiempo que fue utilizado por los republicanos, convertido en algo que parecía, más que cárcel inmunda o abandonado cuartel, un inmenso vertedero de inmundicias, ennegrecidos por los fuegos, y por el polvo de siglos removido al derrumbar los viejos retablos.

De éstos, la pérdida más lamentable ha sido la del altar mayor, hermosa obra del siglos XVIII de buena traza y amplia y rica ornamentación barroca, de la que sólo ha quedado un pequeño trozo, correspondiente a la coronación. Los demás retablos, en su mayoría del siglo XVIII, han sido igualmente deshechos en su totalidad sin que ni siquiera, como en otros pueblos ha ocurrido, se hayan amontonado sus restos para utilizarlos como leña. Entre los perdido merece también citarse especialmente, el retablo y adornos de la citada capilla de la Virgen de los Dolores.

De las imágenes apenas han quedado restos, siendo de mencionar entre las pérdidas un San José llevando el niño de la mano, escultura granadina del siglo XVIII, y las esculturas del referido retablo mayor.

Probablemente serían también de esta Iglesia un preciosos rostros de Niño Jesús, talla relacionada con las primeras obras del genial artista Pedro de Mena, y el torso y parte de las piernas de un Crucificado, buena escultura de fines del XVI, que, a más de estar horrorosamente mutilada, presenta un enorme hachazo en el pecho.

Por lo que se veneraba, aunque no por su valor artístico, debe citarse, entre las imágenes destruidas, la del Nazareno. Los demás restos corresponden a imágenes también de escaso valor artístico.

De las pinturas que decoraban la Iglesia sólo ha quedado un pequeño trozo de uno de los lienzos que adornaban la capilla del Cardenal Belluga, buena copia, como sus compañeros con San Antonio y San Juan Bautista, probable obra del pintor granadino del siglo XVII Ambrosio Martínez de Bustos.

De los objetos de plata y metal, en Gran parte salvados, son especialmente dignos de mención dos portapaces de plata de fines del siglo XVI y una custodia de metal dorado con aplicaciones de esmaltes y pedrería falsa, buen ejemplar de orfebrería barroca del siglo XVII, que se hallaba desarmada y falta de algunas piezas. De menos valor, pero digna de mención, es otra pareja de portapaces del XVIII, y en cuanto a ornamentos, es de citar, entre lo que ha podido recogerse, un terno amarillo, deteriorado , de comienzos del siglo, con finos galones dorados, donado por el Cardenal Belluga para la citada capilla de los Dolores, que goza del uso privilegiado de este color.




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